miércoles, 18 de abril de 2012

Escandaloso trafico de armas

Más que la legalización de las drogas, en Estados Unidos el debate se ha centrado en torno a la compra y tráfico de armas relacionadas con el narcotráfico.

A raíz de la revelación del fallido y estúpido operativo Rápido y Furioso (Fast and Furious, en inglés), se desató un escándalo nacional que ha puesto contra la pared a varios funcionarios del gobierno de Barack Obama.

Entre los años 2009 y 2010 se le ocurrió a la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas y Explosivos junto a fiscales federales, adquirir dos mil armas en Arizona para infiltrarlas a los cárteles mexicanos e investigar cómo opera el trasiego de armamento al sur de la frontera.

Pero la estrategia fue un desastre porque las autoridades norteamericanas no lograron seguir el curso de las armas y porque varias fueron utilizadas en asesinatos, incluyendo el del agente de la Patrulla Fronteriza, Brian Terry.


El procurador de Estados Unidos, Eric Holder, compareció el martes pasado en el Senado para enfrentar las acusaciones sobre este operativo, pero muy poco pudo aclarar y no logró convencer de que nunca estuvo enterado de estas acciones.

Holder se limitó a pedir un alto al furor político por el saldo de Rápido y Furioso al tiempo que acusó a los congresistas de poner obstáculos a los esfuerzos para detener el tráfico ilegal de armas hacia los capos de México.

Además de la irracional operación - ¿a quién se le ocurre entregar armas de alto poder a los criminales?--, a la administración Obama se le cuestiona el hecho de que la Procuraduría de Justicia y la propia Casa Blanca no hayan sido enterados del operativo y ya no digamos el gobierno mexicano que por respeto a su soberanía debió dar el visto bueno a este plan.


Hay sospechas de que Holder tuvo conocimiento del operativo, pero hasta el momento se niega a aceptarlo y tampoco está claro quién aprobó una estrategia de tal envergadura.

El procurador norteamericano admitió que los efectos de Rápido y Furioso durarán mucho tiempo. "Las armas que se perdieron durante esta operación -dijo-seguirán apareciendo en escenas del crimen aquí y en México".

Acosado por las críticas, el gobierno de Obama impuso el verano pasado restricciones para la venta de armas de alto poder en los estados fronterizos de California, Arizona, Nuevo México y Texas.

A las 8,500 armerías que operan en estos estados se les exigió reportar las compras frecuentes de armas, en especial los rifles de asalto, con el fin de controlar el tráfico a México.

Pero la Cámara de Representantes bloqueó la regulación bajo el argumento de que se trataba de una ley que va en contra del libre mercado de armamento en los Estados Unidos.

Algunos congresistas fueron más lejos. El republicano tejano Lamar Smith dijo que es una "hipocresía" tratar de reducir el tráfico de armas cuando fue la administración Obama la que proveyó de armas a los capos ocasionando muchas muertes.


En el fondo el debate se centra sobre que es más efectivo si controlar la venta o el tráfico, habida cuenta que las armas son productos que pueden adquirirse en cualquier parte del mundo.

Estados Unidos mantiene una tradición de enorme apertura en la venta y uso de armamento. Cualquier persona mayor de edad y con pleno uso de sus facultades puede adquirir pistolas y armas de alto poder sin mayor requisito que una licencia de conducir. Además ya pueden comprarse por internet y ser enviadas directamente a un domicilio en suelo norteamericano.

México ha criticado severamente a Estados Unidos por mantener puertas abiertas al mercado de armas lo que facilita que los cárteles mexicanos sean cada vez más poderosos, inclusive en algunas regiones poseen más y mejor armamento que las policías locales.


¿Qué pasaría si Norteamérica pusiera controles firmes a la venta de armas y un verdadero cerco para impedir su traslado a territorio mexicano? ¿Los cárteles se cruzarán de brazos y dejarán de comprar armas o desarrollarán otras rutas por Sudamérica, Europa o incluso Asia?

Los controles para el ingreso de armas a México son necesarios y pueden resultar muy efectivos para detectar a las bandas del crimen organizado, pero de nada sirven si no se realizan con inteligencia y de manera conjunta entre los gobiernos de ambas fronteras.

Pero a final de cuentas no olvidemos que mientras Estados Unidos consuma drogas en abundancia, existirán recursos millonarios para adquirir armas, sobornar autoridades y comprar conciencias a fin de asegurar el negocio del narcotráfico.

JOSÉ SANTIAGO HEALY

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